Un relato de Elena Morisca.
Yo estaba confusa y muerta de frío. No tenía frío pero me temblaba el cuerpo, yo qué sé.
A aquellas horas sólo los gatos eran los dueños de la calle. Pasó un Seat León a toda leche pero yo creo que no me vieron los tíos que iban dentro. Estaban fumando porros a su rollo, vi el humo espeso salir de la ventana. La pegatina de Monster del faldón se alejó. No os vayáis. Sacadme de aquí. Qué puta ruina me voy a buscar. Pensé.
Otra vez silencio y nadie en la calle.
Deslizaba las historias de Instagram, miraba al callejón, vapeaba, levantaba la vista y la dirigía hacia ambos lados. Qué puto cantazo, pensaba. Esto no me está pasando a mí.
Y otra vez perdía la vista en el callejón. Vapeaba. 32 mensajes de 6 chats. Gatos. Coachs de Instagram. @luztomkk ha respondido a tu historia. Esto no puede pasarme a mí.
De pronto lo imposible se hizo real.
Y vi a aquel chico acercarse decidido. A ritmo rápido y con una preciosa cara de solucionador de problemas. Vaya cojones tiene, pensé. Esto no puede ser verdad. Esto no está pasando.
Se acercaba a mí, prácticamente lo tenía delante colega y de pronto me pareció más mayor de lo que recordaba. Y sentí alivio. Me consoló pensar que visto de ese modo parecería menos grave pero es que el chaval lo valía...uff que si lo valía.
Por un instante bajé la cabeza y miré el móvil, en aquel momento mi único refugio ante lo que estaba a punto de hacer. Qué cantazo, me repetía.
-hola- me planto dos besos y sacó una llave.
Traia dos latas de redbull y un paquete de tabaco.
-pasa-
Y pasé. Y pasó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario