HEREJE
Un
microrrelato de Belén Conde Durán
12 de abril de 1633
Me
dicen que me siente, y que me calle. Que silencie una verdad que me quema en
los labios, y que amenaza con desbordarse en mi pecho. No soporto la
injusticia, ni tampoco la soberbia humana. Podrán arrojarme a las llamas como
hicieron con Giordano, pero la verdad se abrirá camino, igual que lo hace un
río cargado de agua.
El
cardenal Belarmino me acusa de hereje. Según él, en nombre del antiguo Papa.
Con Urbano VIII esto no habría ocurrido. Se niegan a aceptar la realidad; ¿de
qué tienen miedo? ¿Acaso creen que Dios perderá magnificencia si admiten la
certeza, o quizás los que queden malheridos sean sus egos?
Aunque
les pese, lo que dijo Kepler es cierto, palabra por palabra: las mismas leyes rigen
en todo el Universo. Lo que dijo Copérnico también, aunque inexacto. Piden
pruebas, y yo se las ofrecí. Se negaron a leer mis Diálogos,
y los jesuitas rechazaron utilizar mi anteojo de nueve aumentos, aunque les
mostrase las lunas de Júpiter y las fases de Venus. Ya se sabe que no hay peor
ciego que el que no quiere ver.
22 de junio de 1633
Me
dicen que no sea necio. Que salve la vida, para seguir demostrando que están
equivocados. Quizás ahora no lo aprecien, pero llegarán otros que sí, y es mi
deber dejar constancia. Tengo 70 años y voy a ir a la cárcel de todas formas.
Me hierve la sangre ante la idea de retractarme de mis palabras. No por
orgullo, sino por aquellos que estaban empezando a creer. No somos el centro
del Universo, mal que le pese al hombre. Dios no tiene nada que ver con esto.
Dios, de hecho, permanece en silencio, permitiendo que sigamos adelante con
este sinsentido. Todo son invenciones humanas…
«Yo,
Galileo Galilei, acepto no volver a defender ni enseñar de ninguna manera, ni oralmente ni
por escrito, lo que pregoné con falsas creencias, las cuales sostenían que el
Sol está en el centro del Universo, inamovible, y que la Tierra no está en el
centro, y se encuentra en movimiento. Juro que en el futuro ni diré ni afirmaré
cosas tales que puedan atraer sobre mí sospechas semejantes, y denunciaré a
cualquier hereje o sospechoso de serlo.»
Ya
está hecho. Mi cuerpo, salvado. Mi conciencia, desgarrada.
Pero no podrán detener la llegada del amanecer, porque, a pesar de
todo, se mueve…
La célebre frase de Galileo Galilei: "a pesar de todo, se mueve", para mí es un recuerdo muy grato de las clases de la astronomía y física en el colegio (en la antigua la URSS). Escribir el relato en primera persona como el susodicho, y ponerse en su lugar, conservando el estilo de época, ha sido un gran acierto. Es como si la autora estuviera ahí y hablara con el mismísimo Galileo.
ResponderEliminarN.B. No conocía este blog. Por lo que veo, es muy interesante. Lo seguiré sin duda alguna. Mis saludos.