LA PLUMA SIN TINTA

Bienvenidos a este rincón donde literatura y otras artes se dan cita como fanzine digital y en papel.

31 de mayo de 2025

ALMAS (Poema, María Merino)




ALMAS
Un poema de María Merino


Tal fugacidad me abruma

y me pesa,

retumba el silencio

que queda cuando todo se va,

cuando todo se apaga.


Somos almas libres,

pero encerradas en cuerpos efímeros 

que deambulan por el mundo

corriendo hacia un falso futuro

que termina siendo un desolador final.


Somos almas ansiosas

por saber, 

pero siendo ingenuas e ignorantes

de la verdadera levedad del ser.


Somos almas,

la mayoría a pedazos,

que se pierden en arreglarse

y no ven la belleza real

que nos da la vida.


Somos almas,

que dejan de serlo

o, quizás, se transforman

en felices luciérnagas 

que no temen la oscuridad,

porque ellas son la luz de la noche.


Y es que,

entre tanta preocupación

y entre tantos problemas,

somos almas

que se recuerdan 

o se olvidan 

por culpa del tiempo.


Solo somos almas

o, quizás,

sólo siendo almas,

lo somos todo.


(Poema incluido en el número 6 -pdf)

29 de mayo de 2025

LA ARQUITECTURA TERMINAL DE LAS ILUSIONES (Ensayo, Jon Rivero)

 

LA ARQUITECTURA TERMINAL DE LAS ILUSIONES

Un ensayo de Jon Rivero


¿En qué se diferencia la arquitectura en la vida y la construcción de sueños, en el cine?

Nuestro protagonista lo sabe. El personaje es Blu Daniel, envuelto en azul cobalto y atrapado por las raíces del sueño eterno. Volver a Roma siempre genera sensaciones interesantes. Roma es origen, Roma es tumulto, Roma es la belleza de las formas y los contornos. Roma es imperio y Roma es modernidad. Roma es minimalismo y Roma es Oasis fílmico.

Á través de un pasillo de bustos de emperadores, en un palacio, nuestro invitado llega a una puerta verde. Analiza que ocurrió en la historia de la humanidad para diseñar otra historia, encuadrada, caligrafíada, envenenada. Y ocurre una subtrama.

En un salón de mármoles y espejos, un arquitecto americano, Kracklite, obsesionado con otro francés, Bouillé... Descubre una condena. La de la creación. Le explotan CONCEPTOS dentro de sus vísceras:

-Un perro que come el vómito. Una cinta roja que recorre fotografías y revela el sufrimiento del que observa.

-La decadencia de una civilización.

-La traición de la carne, amantes e infieles.

-Fronteras donde nacen los niños rotos del mañana.

-Un panteón para llamar a los dioses y emborracharse de miedos.

Y encuentra un hallazgo, la relación de nombres, colores e identidades.

-Red Kracklite con su Pijama Rojo de arquitecto obsesivo terminal.

-Blu Daniel, el soldado del celuloide con su uniforme de terciopelo azul.

Blu no quiere mirar pero tiene que hacerlo como las películas que no gustan ni le gustarán, como mirar de cara a la enfermedad, al tumor, al colapso, o a los ojos del deseo.

Enfermedades y edificios tienen similitudes. La enfermedad nunca acaba de construirse y aceptarse. También, los que vienen de fuera, se empeñan siempre en destruir la vida de lo de dentro, lo que sostiene el sueño de los hombres. La luz de sus historias.

La Luz y el faro. Antorcha y supervivencia en medio de la oscuridad. Como lo es el cine, una reunión de ilusiones que están esperando a prenderse fuego. Es el peligro de lo que contiene magia. Guarda el secreto de la inmortalidad pero es altamente inflamable y fugaz.

Blu Daniel y sus acompañantes, que observan en otro término, no serán los mismos después de esta cena.


(Poema incluido en el número 6 -pdf)


15 de mayo de 2025

LABIOS ENJUTOS (Poema, José Ruiz)

 

Foto: José Ruiz Anagaru.

LABIOS ENJUTOS
Poema por José Ruiz Anagaru


cuando tus labios 

se hinchan y rajan 

por el sol

cuando tu piel se oscurece

y tus ojos lloran sal

cuando hablas solo

cuando sientes que el viento…

se fue sin abrazarlo

cuando lloras frente al espejo…


cuando te arremangas la camisa

pensando en el tiempo

que se fue


pasas la lengua por tus labios

enjutos


y recuerdas aquel beso




José Ruiz Anagaru

(Página de autor en Amazon)


(Poema incluido en el número 6 -pdf)

SIN MOLESTAR (Canción, Kattman)



SIN MOLESTAR
Canción por Kattman

 

Parece que fue ayer

cuando echo la mirada atrás.

El miedo se fue,

aprendí una lección más.

Y es que no vale la pena salir fuera a matar,

yo quiero vivir tranquilo sin molestar.

38 son ya muchos tiros

y cada vez suena

más bonito mi ruido.

Todavía mi tiempo no ha concluido,

lo he gastado dejándome el oído.

Tú no conoces a quien yo admiro,

aspiro al menos a ser como ellos:

los que dan su cara al mundo

y muestran que vivir es bello.

Contigo, me animo,

es lo que me hace sentir vivo.

Respiro tranquilo,

porque tú me das lo que pido.


Enlace al videoclip

 

13 de mayo de 2025

LOS PESCADORES (Relato, Paco Bravo)

LOS PESCADORES
Un relato de Paco Bravo


Recordaré siempre el camino de setecientos metros que había de casa a la playa. Cargaba mi madre la nevera y yo las toallas.


- Pati, gasta cuidado por donde pisas.


 En el camino había un último tramo descampado, repleto de jeringuillas y un poblado de chabolas donde vivían gitanos. Mi madre los llamaba Pelus y hacía hincapié en no acercarme a ellos.  Una vez llegábamos a la playa, yo me metía en el agua y allí podía pasar horas. Ella se tumbaba al sol y desde la orilla relucía el contorno de su cabello largo y castaño. Su silueta decoraba esa playa extensa y llana, casi infinita, un mar de albero. En la perspectiva contraria se veía el mar de verdad, planito y llano, como un mantel, interrumpido por algunos barcos pequeños llamados lanchas y unos hombres que echaban redes. 

 Al salir más arrugado que una pasa, mi madre y yo comíamos su inmortal tortilla de patatas. Yo le preguntaba quiénes eran esos tipos y ella respondía: son los pescadores y te atrapan con su red si pasas mucho tiempo en el agua. Admito que era muy pesado, al igual que mis hijos, pues hasta bien crecidos tampoco pararon de preguntar ochenta veces lo mismo. 

 Hoy salgo con ella de nuevo a la playa. Han pasado cuarenta y tantos años de aquellos veranos. Yo insistía a mi madre en que usara su coche para ir a la playa pero ella se negaba, pues el camino era demasiado corto como para malgastar combustible. Ahora es ella la que me pide conducir, pero yo le digo que por bien de su circulación tiene que caminar. A veces es terca, como una niña. Pasamos por el descampado, que ahora es un excelso paseo marítimo. Ya no hay chabolas ni gitanos, más bien hoteles y turistas. Cuando llegamos a la playa,mucho más estrecha que antes, se echa al agua y allí puede pasar todo el tiempo que quiera, no tiene límites. Su silueta sigue siendo magnífica, para mí no deja de ser la misma mujer joven resplandeciente de antes. La ayudo a salir del agua, pues le cuesta bastante subir el escalón de la orilla. Me pregunta por los pescadores y yo le digo que están en esos cruceros transatlánticos. Puede ser la décima vez que lo haya preguntado, pero yo no me enfado, pues ella jamás lo hizo conmigo. Estamos comiendo. Después de comer me pregunta si he comido. Le respondo que sí. Seguidamente vuelve a preguntar lo mismo. Le respondo que sí, de nuevo. De nuevo pregunta: Pati, has comido? Y yo le respondo que sí las veces que haga falta. 

 Mientras mantenga mi memoria ella seguirá viva, en cuerpo y mente. Su figura sigue pareciéndome resplandeciente y excelsa. Soy ya cincuentón pero mis ojos siguen siendo los de un hijo que observa a su madre. Disfrutaré como un niño las veces que me apode Pati y siga haciendo preguntas, aunque mis respuestas no sirvan de nada. Lleva casi dos horas en la orilla. 

 - Mamá, sal del agua, que los pescadores van a soltar la red y te van a llevar. 

 Aún no se cómo decir a mis hijos que las divinas tortillas de la abuela se las llevó el Alzheimer. Seguro que no les será fácil de aceptar. Se preocuparán bastante y temerán por su vida. Entonces llegará el momento en el que tenga que recordarles algo; quizás lo más importante: la abuela es eterna, como los pescadores, pues su mundo no es el cielo ni la tierra. Ella es hija del mar. 


(Relato incluido en el número 5  - pdf)

MÁLAGA-MADRID-ROMANIVSZE (Relato, Elena Morisca)


MÁLAGA-MADRID-ROMANIVSZE
Un relato de Elena Morisca


-Sube-

-¿Era 14C o 14B?

-No sé espera que lo miro, ¿Tú prefieres ventana?-

-A mí me da igual mamá -

Oscuridad, tos, luces de emergencia, ronquidos, un reel de Instagram. Un niño llora. Calor. El conductor ajusta el asiento. Nos vamos.

-Paul, mira allí-

-¿Dónde mamá?

-en la carretera no, allá adelante, es Raisa con su hija- 

-ahh- 

-espera que voy a saludar -

Luces, frenos, grillos, bocadillo, reloj, los Abades.

-buenas noches Raisa, perdone que antes mi madre fue a saludarla y yo estaba dormido-

-hola Paul, esta es Mirvi, creo que sois de la misma edad-

-hola-

-hola Paul-

Golpe, rosas, mordisco, frío, gemido, sudor, coleta, falda, labios.

-señores vayan subiendo que nos vamos-

-mamá yo me voy a ir atrás que hay asientos libres y estoy muy incómodo, no me caben las piernas.

Radiolé, intermitentes, calor, susurros ,calma.

-hola Paul, ¿Hay sitio? Mi madre me tiene la cabeza como un bombo. No para de pedirme que le traduzca.

-claro, siéntate (y aunque no hubiera asientos los putos sueños se hacen realidad, WTF haces aquí)

Mirada. Tibia. Ojos. Boca. Labios 

-sabes..eres muy guapo-

-gracias, tú eres muy guapa -

-¿También os bajáis en Madrid?-

-Sí, en Entrevías. Allí está mi prima. Luego seguimos a Rumanía.

-¿tu prima Sara?-

-No mi prima Ahnka-

-Ya... nosotros vamos a..-

-¿Quieres que te la chupe?

Volantazo. Pitido. Conductor. Queja. Silencio.

-¿Qué...?

-¿Quieres que te la chupe?

Dudas. Frío. Calor. Erección. Morbo. Miradas.

-Sí-

Mirada. Duda. Morbo. Tibio. Silencio. 

-quítate el cinturón -

-Sí-

Cremallera. Miedo. Susurro. Mejillas. Pudor. Frío. Calor. Garganta. Vaivén. Manos. Saliva. Placer. Miradas. Morbo. Cuello. Manos. Ritmo. Descanso.

-me vuelvo a mi asiento...-

 Sueño. Sonrisa. Parada. Maletas. Nervios. Bolsas. Calor. Cuello. Despedida.

-¡buen viaje, saludad a la familia!-



LA REGLA DE MADERA (Relato, José Miguel De la Torre)

 
LA REGLA DE MADERA

Un relato de José Miguel de la Torre


El maestro invitó a José a entrar en el aula y cerró la puerta con suavidad. Dentro, diez niños de diversas edades ocupaban los pupitres y lo observaban con curiosidad y compasión. José aún desconocía la verdadera personalidad de don Vicente, quien no era tan afable como aparentaba.

—José, siéntate delante de aquel niño rubio —le ordenó el maestro con severidad.

José no podía creer que el niño en cuestión fuera su amigo Ramoncillo y lo saludó con efusividad mientras tomaba asiento. Ramoncillo también tenía siete años, pero parecía más pequeño y frágil. Trabajaba como mozo en el cortijo de unos señoritos que lo vestían con ropa fina y le proporcionaban la mejor educación posible. No obstante, también lo obligaban a dormir en la cuadra junto a los mulos y los caballos que cuidaba.

—¿Desde cuándo vienes a la escuela? —quiso saber José.

Ramoncillo bajó la mirada al notar la presencia amenazante del maestro detrás de él, confiando en que José entendiera que hablar en el aula sin permiso estaba prohibido.

—Ahora vivo en el pueblo. Si quieres, luego te convido a merendar —ofreció José, sin percatarse del nerviosismo de su amigo.

Al no recibir respuesta, José desvió la mirada hacia las paredes del aula, donde solo tres elementos rompían la monotonía del blanco: un retrato de Franco, con su gesto inclemente y su uniforme militar, un crucifijo y un mapamundi. Al frente, bajo una gran pizarra, se encontraba el escritorio donde don Vicente acababa de sentarse.

—Hemos hablado bastante de Hernán Cortés, pero antes de finalizar, me gustaría detenerme en uno de sus hombres más valientes —retomó el maestro—. Se llamaba Cristóbal de Olid y era natural de Baeza. Como podéis ver, nuestra tierra también ha dado grandes exploradores. 

—¿Usted lo conoció, maestro? —interrumpió José.

—No pude conocerlo, porque vivió en el siglo XVI —puntualizó don Vicente, visiblemente contrariado—. Como os decía, Cristóbal de Olid nació en Baeza y era un hombre de espíritu aventurero. Aprendió a navegar por mares desconocidos que lo llevaron a Las Indias. Allí, Hernán Cortés lo nombró capitán en la conquista de México. 

El maestro hizo una pausa, escrutando a sus alumnos para asegurarse de que seguían la historia. Mientras tanto, José, con aire distraído, dibujaba en su pizarrita una escena campestre. Los demás niños advirtieron que don Vicente se acercaba a él empuñando su temida regla de madera, y contuvieron la respiración.

—José, ¿qué estás haciendo? —inquirió el maestro, arqueando las cejas.

—Estaba dibujando —masculló José, agachando la cabeza con vergüenza.

—Parece que te has manchado de tiza —observó el maestro—. Enséñame las palmas de las manos.

José obedeció, sin tiempo de adivinar lo que iba a suceder. De manera inesperada, el maestro le golpeó con la regla de madera en las yemas de los dedos de la mano derecha, seis veces consecutivas. 

—¡En mi lección, todos tienen el deber de atender! —bramó el maestro—. Y si no atienden, esto es lo que ocurre 

José apretó las mandíbulas, intentando controlar las lágrimas. No se oyó una sola palabra más durante el resto de la lección.


(Relato incluido en el número 5.pdf)

8 de mayo de 2025

Burger King (Relato, Elena Morisca)



BURGER KING
Un relato de Elena Morisca


-Te dije que no vinieras.

-Puedes decir lo que quieras, sabías que no iba a quedarme así Sonia.

-Eres un...

-Piensa bien lo que vas a decir, piénsalo muy bien porque creo que te la estás jugando Sonia.

-¿Pero tú de qué coño vas? ¡Te dije que no vinieras!

-Seis años Sonia, seis putos años y me dejas por whatsaps, tú te crees que yo soy gilipollas. A ver, que quiero conocer al Rubén ese, dile que salga y lo conozco, venga. ¿Es tu encargado?

-¿En serio? ¿En serio me vienes con estas?

-Pero tía...¿¿tú te crees que soy tonto?? Eran muchos likes, eran muchos whatsaps, era mucha tontería Sonia, que nos conocemos Sonia...

-Es que eres idiota, a ver si te crees que todo el mundo es como tú .

-¿Y qué más pasó nena? ¿Salió Rubén?

-No sé hija, yo tuve que meterme para dentro con los cubos de basura porque si no, Fali me regañaba por tardar, ellos siguieron discutiendo. Luego oí un acelerón...


4 de mayo de 2025

REQUIEM EPISTOLAR (Relato, Bravo)



REQUIEM EPISTOLAR
Un relato de Paco Bravo


Querido Manuel.

Remito esta carta desde el nombre de Francisca Salas, pero soy su paciente predilecta: Remedios. Seguramente cuando leas esta carta ya estará mi marido incinerado y en su urna junto a la de mi hijo Francisco. Jamás hubiera deseado este final. Mientras se levantaba del sillón, alzandome la mano y su rostro verde como un fruto inmaduro, sentí una profunda tristeza, mezclada de satisfacción pero también arrepentimiento. Todo ello mientras veía en el televisor las imágenes de nuestro hijo dilapidado y acribillado a tiros en Kosovo. Además me molesté en reproducir la voz de él de los reportajes de guerra. El enalapil, el escitalopram que siempre tomaba y el antrabus mezclado con el vino que le puse al caldo hicieron su efecto. Tenía usted razón en lo del estímulo: sin las imágenes y sonidos el infarto cerebral hubiera sido imposible.

 Cuando lo vi caer y llamé a la ambulancia, no me entró la necesidad de reanimarlo. Jamás pensé que me podría dar igual ver a alguien morir en el suelo, menos aún siendo mi marido. Soporté estos diez años saliendo escasamente a la calle, pidiendo permiso, soportando sus gritos, achaques y llantos. Me quebraba la cabeza para cocinar algo que le gustara porque siempre le parecía mal la comida. La vez que usted vino a casa para diagnosticarlo me costó una paliza y una semana encerrada, pues los vecinos no podían ver mis ojos morados. Francisco padre se convirtió en un ser deleznable, tirano y abyecto, peor que un bebé descontrolado y maligno. Se quejaba de algo y al rato de lo contrario. Poco a poco aprendí a soportarlo, aunque jamás una se acostumbra a ser despreciada a diario.

 Pero lo más duro de todo fue la recreación que tuve que hacer y mantener. Conseguir todo el noticiero desde el 95 al 98 en VHS. Tener que reproducir a diario imágenes de Francisco era una tortura. Y además no podía llorar porque se enojaba. Mantuve esa mentira temporal con las cortinas viejas, la maldita mesa camilla y; esa estufa, pagando de luz el doble que todas las vecinas. No me dejaba salir a desayunar al bar de abajo. Tenía que decirle a Juanita y a Paca que ni se les ocurriera hablar de actualidad y que dentro de mi casa solo se podía hablar de las grandes hazañas de mi hijo, pues para Francisco tenía que estar vivo. Tuve que gastar un dineral en mantener esa televisión vieja, e ir al mercadillo a comprar muebles provenzales porque con los ataques de ira siempre rompía alguno. Durante diez años mi casa ha sido un bucle que empezaba el 4 de Abril del 95 y acababa el 10 de Febrero del 98, pues como usted sabe, el 11 ocurrió la tragedia. Tres años repetidos en diez. Una tortura eterna. Jamás reconoció sus horrores, y eso me dolió más que sus golpes.

 Pero por fin acabó la agonía. Como usted dijo: todo tiene su fin. Según la autopsia es una muerte derivada de una mezcla de medicamentos, algo común en ancianos seniles. Gracias por recetarme pastillas de la tensión y alcohol; y diagnosticarle demencia senil. No sé cómo recompensarle. Mil gracias son insuficientes. Matarlo fue un acto de caridad. Lo primero que haré será tirar esa podrida tele. 

 Con el paso de los meses podremos vernos con frecuencia, así no habrá sospechas. Usted ha sido mi verdadero apoyo en estos años. Se que tiene mujer y no quiero comprometerle. Solo quisiera contarle al detalle como se dieron los sucesos, pues pienso que este pasaporte a la libertad tanto mía como a la de él les pertenece a usted y a mi hijo. Ojalá pudiera compartir este alivio contigo por un medio que no fuera esta carta. Por fin estoy en paz y me refugio en lo único que me ha salvado estos años: la escritura.


Postdata: Un abrazo, doctor Manuel Gonzalez. No sé preocupe si estoy sola, pues ya lo estaba. Por fin, después de diez años podré pasar el duelo de mi hijo. Y quizás el de mi marido, aunque siento que no. 


13 de Agosto de 2008. Leganés, Madrid.