ESCRIBIR
Ensayo por Antonio Caparrós
Sí; aunque aún resuena en mis oídos el poema de Blas de Otero "Me queda la palabra", ¿sobre qué escribir a estas alturas de mi vida? Cuando la autocracia rusa amenaza con una Tercera Guerra Mundial con rostro atómico si no se le permite fagocitar a un Estado soberano independiente; cuando los fanáticos sionistas no ocultan su voluntad genocida incluso en niños y niñas inocentes en la más absoluta impunidad y al amparo del nuevo Calígula norteamericano; cuando Rousseau pierde la partida frente a Thomas Hobbes y las democracias participativas comienzan a perder cualquier atisbo de esperanza futura; cuando Montesquieu es sustituido en nuestro país y prolifera el "lawfer" para tumbar al adversario; cuando una gigantesca ola reaccionaria está cada día más próxima alimentada por la apatía e ignorancia de las masas cosificadas; cuando la gente pierde todo el interés por buscar la verdad y se entrega, como siempre, a la propaganda del primer payaso o payasa que pasaba por allí; cuando la alegría es destruida por los noticieros de cualquier cadena televisiva o radiofónica..., ¿sobre qué escribir, sobre la risa tal vez?, ¿por qué no?
Escribamos sobre la risa; escribamos acerca de esa
reacción que celebra la vida y nos aleja
del espíritu de la seriedad, de lo siniestro, de la muerte. Tenemos como avales
la Segunda Poética de Aristóteles que tanto agraviaba al venerable Jorge de
Burgos (persobaje-homenaje a Jorge Luis Borges, según parece) en la excelente película, dirigida
por Jean-Jacques Annaud e inspirada en la famosa obra de Umberto Eco, "El
nombre de la rosa", ¿os acordáis? Y, sobre todo, no olvidemos la apuesta
por la misma (la risa) de uno de los hombres que más dolor físico tuvo que
soportar en vida a causa de su terrible e incurable enfermedad: Friedrich
Nietzsche.
Riamos y que lo cómico se imponga a lo trágico.
Cuadro de Leonid Pasternak
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