David Salinas.
Tras un primer acto aburridísimo,
de metraje excesivo (casi tres cuartos de hora), en el que no conecto para nada
con unos protagonistas que me caen mal (un niño rico y una escort enamorada de
su vida de lujo), aparece el segundo acto y... lo flipo. La película se
transforma, se vuelve delirante, divertidísima, me arranca carcajadas a cada
momento, los diálogos y situaciones fluyen a velocidad de vértigo y, además,
son tan naturales y creíbles que te metes de lleno, los armenios son
descojonantes, el ruso (el bueno) es un amor... Te enamoras de la peli. En el
tercer acto viene un poco de nuevo la bajona, pero este es cortito y concluye
satisfactoriamente.
El resultado, a pesar del largo
sopor y la falta de carisma inicial, es que vale muchísimo la pena. Bien
escrita, bien interpretada (Mikey Madison se sale, Karren Karagulian se merecía
una nominación), bien montada y dirigida... una delicia cinematográfica y un
divertimento sublime. Y además, cómo no, teniendo en cuanta de qué director y
guionista estamos hablando, con mensaje. Pero de eso ya hablo en la zona
spoiler.
¡¡¡ZONA SPOILER!!!
Ani no me cae bien. Es una
prostituta joven y estúpida. Se aferra como una loca a la vida de lujo que le
ofrece Vanya (que me cae aún bastante peor). Lo que parece una historia de amor
es solo un relato de intereses narcisistas: él la quiere por el sexo que ella
le da, ella lo quiere a él por el dinero que le puede ofrecer. Vale. Es
realista. En contraposición al cuento de hadas de Pretty Woman en el que una
prostituta sofisticada se enamora de un galán rico y todo sale bien. Alguien
tenía que acabar con esa idealización banal de la prostitución y Baker ha
puesto los puntos sobre las ies.
Pero... hay una historia de amor.
Una súper bonita y tierna y nada romántica historia de amor. Una historia de
amor realista, que nos enseña cómo tratar a las mujeres. Y es que Igor, un
camorrista del tres al cuarto, pobre, que trabaja para los armenios que
trabajan para los rusos, un personaje secundario que casi se mantiene en un
segundo plano durante toda la película, se enamora de Ani nada más verla (queda
embelesado), y a pesar de que su trabajo consiste en mantenerla a raya, la
trata bien, la trata muy bien. Ella a él no (la situación no da pie a lo
contrario), y él, aún así, la sigue tratando bien, dándose cuenta de su dolor,
empatizando con ella. Y al final se produce el hechizo: él le devuelve el
lujoso anillo de boda (una recompensa económica muy ostentosa para Ani, después
del infierno vivido), y ella trata de gratificarle con sexo (es como sabe).
Pero él intenta besarla, y ella está confundida, lo golpea, llora... él la
abraza. Y así acaba la película y empieza, quizá, su historia de amor. Ani no
sabe amar y no sabe recibir amor, por eso reacciona de esa manera. Es una
prostituta acostumbrada a tratar con hombres que solo la desean por su cuerpo,
no por quien es (no la tratan nada bien), es una mujer obsesionada con el
dinero porque, dentro de su estatus social, dinero significa supervivencia. No
es una pretty woman, es una mujer prostituta de veintitrés años real.
Pero todavía está a tiempo de
aprender qué es el amor. Todavía puede convertirse en Anora.
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