LA PLUMA SIN TINTA

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6 de febrero de 2025

Hechos reales. El día de la Achicoria. (Relato breve).

 


Fran Kapilla. 

Hace unos años, quedé con un amigo para tomar un "café" por la mañana. Lo de tomar un café se ha convertido en un ritual en esta sociedad. La gente vive por y para el café, tienen ansiedad de café, se inyectarían el café en vena. Creo que esta sociedad debería poner como segundo dios a Juan Valdés, ese que salía en los anuncios de TV que iba con la burra cargada de café por los montes de Colombia. El caso es que yo no tomo café porque no suele gustarme el sabor (a veces sí), así que cuando quedo con alguien para “tomar café”, casi les da un “patatús” cuando les digo que no me gusta mucho.

Bueno, como os contaba, fuimos a un bar clásico; bar de barrio, con sus sonidos de platos, vasos, televisión con el programa matutino de cotilleo y la máquina de café silbando. Me acerqué tímidamente al barista y le pregunté que si tenían achicoria (que es alguna de las bebidas que tomo para desayunar, como té o soja, etc).

El barman, sorprendido de pedirle achicoria, me dijo: "¿Puedes repetírmelo por favor?". Entonces volví a preguntar por la achicoria, con dudas. “¿Has dicho a-chi-co-ri-a?”, preguntó el hombre, ojiplático. Finalmente concluyó con una palmetada en la barra: "¿Pero tú te has pensado que esto es un bar de postguerra?"

Me senté sin saber qué hacer ni qué pedir, mientras mi amigo ya disfrutaba de su puñetero café. Al cabo de cinco minutos, regresó el barman con un tarro de achicoria, que quizá había comprado en el supermercado de enfrente. Ante mi cara de estupor dijo: "Aquí tienes la achicoria que eres el único que la quiere, tengo que amortizarla contigo".


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